El destino personal y el destino colectivo de Mariano Quintas

¿Podemos comprender nuestro destino personal sin considerarnos emergentes de
un proceso colectivo, sin sentirnos parte de una búsqueda compartida que nos
convoca a ensayos y a permanentes revisiones de nuestros patrones, deseos y
fantasías?

Al hacer cartas natales nos encontramos con temas recurrentes en las
entrevistas, por ejemplo resolver la relación de pareja o atravesar las
crisis matrimoniales coincidentes con la adolescencia de los hijos. Estas
temáticas las vivimos como "mi" dificultad con los vínculos o la de "mi"
pareja, Lo percibimos como un problema individual, íntimo.

A su vez, cuando compartimos espacios de reflexión sobre la crisis de la
estructura familiar, los nuevos roles femeninos - masculinos o los cambios
económicos en el mundo globalizado, lo hacemos en un tono distante o teórico
de forma tal que no registramos el modo en que estamos implicados
directamente. Los acontecimientos y los procesos de transformació n
planetaria son atribuidos a una entidad impersonal: lo "colectivo".

Ahora bien, ¿estos temas son sólo problemas personales? ¿nuestros deseos no
implican a otros que forman parte de la misma búsqueda colectiva? ¿es
posible satisfacer nuestros anhelos afectivos en esta transición planetaria?
¿podemos resolverlo solos?

Astrológicamente, ¿hemos reparado en el hecho de que existen millones de
seres humanos que en la segunda parte del siglo XX convivieron con el pasaje
de Plutón Urano y Neptuno por los signos de Libra y Escorpio? Estas
posiciones marcan una profunda necesidad de redefinir el encuentro, el
vínculo amoroso y el intercambio de energía con el otro polo.

Por ejemplo, uno de los procesos recurrentes es la desilusión respecto del
amor idealizado de los Neptuno en Libra durante los tránsitos sucesivos de
Urano y Plutón en Libra, encarnados en las posiciones natales de sus hijos
(con Urano o Plutón en este signo), que vivieron y acompañaron a sus padres
en los divorcios y la resignificació n de los encuentros amorosos; y quienes
a su vez expresan éstas marcas psíquicas - energéticas a la hora de generar
sus encuentros.

Esto ejemplo nos pone en contacto con la medida en que nuestros dolores y
anhelos "íntimos" están inscriptos en el viaje de la conciencia de la
humanidad que nos constela. La experiencia de aquellos que vivimos con la
astrología nos obliga a vincular el macrocosmos con el microcosmos. El yo en
lo colectivo. Este es un trabajo vivencial en tanto se nos hacen evidentes
las conexiones de nuestros propios dramas personales con el contexto. Nos
compormete a ahondar en una percepción que enlace lo personal con lo
colectivo.

El individuo y su vinculación con el contexto

La idea de individuo surge como categoría perceptiva en la modernidad. La
percepción de la conciencia propia, profundiza un proceso de diferenciació n
con respecto a los otros y al mundo que nos rodea.

Esta inquietante y maravillosa relación entre la parte y el todo ha sido
explorada desde múltiples disciplinas, la biología, la física y química han
posibilitado descubrimientos espectaculares para pensar la energía,
modificando posturas epistemológicas. La psicología ha introducido
categorías de análisis fundamentales y muchos pensadores y filósofos han
hecho contribuciones significativas en esta materia.

La astrología, entre ellas, es un lenguaje que concibe a la conciencia en su
contexto, situada y en red, es decir en una trama vincular. A la vez que da
cuenta de la función solar como fundamental para la creatividad personal y
la singularidad, la enmarca en un juego relacional y reticular que obliga a
resignificar la idea de centro como individuo aislado (concepto que surge de
separarse del clan o Luna).

Sabemos que para ingresar a la era de Acuario -recordemos que es conciencia
de constelación, el primer paso es leo, el desarrollo de la individuación y
la función solar. Este complejo proceso en el cual las identidades
solares -y en términos esotéricos las personalidades integradas- se
desarrollan, ha implicado sincrónicamente una creciente disociación y una
altísima fragmentación entre el "yo" y el contexto -tanto vincular como
ecológico- en el cual esta singularidad se manifiesta.

Durante esta fase de hipervaloració n del individuo, lo colectivo queda
inscripto como destino. Nos ubicamos como un "yo" que se las rebusca para
dar respuestas a "circunstancias externas". Sincronicamente damos respuesta
a infinidad de situaciones en la búsqueda de satisfacción del deseo
personal, y así construimos y reforzamos patrones arquetípicos vinculares.
¿Percibimos nuestra participación en el viaje colectivo?

Podemos reconocer un primer paso en enlazar lo individual con lo colectivo,
cuando decimos que somos seres vinculares, que el otro juega mis energías en
sombra por destino, y que yo le juego sus energías en sombra al otro. Pero
estas consideraciones aun parten del "yo" y ubican al otro como reflejo de
mi energía no introyectada. ¿Es ésta una perspectiva suficiente? ¿alcanza
para dar cuenta de la red vincular?

Para profundizar este proceso es necesario concebir la función solar no solo
como discriminació n (del clan, nación, familia, origen -luna-), o sea
individuo que se aísla, sino como parte (de la red acuariana). Para vibrar
en otro nivel es clave comprender la individuación como base y emergente de
la era de acuario, y a la trama colectiva como sustancia generadora del
individuo.

El rol de los planetas generacionales - transpersonales: el sujeto colectivo
Es impactante observar que todas las personas que hoy tienen entre 11 y 64
años, al menos la mitad de los humanos que viven actualmente en el planeta
forman parte de estas generaciones con una secuencia temática en Libra y
Escorpio (todos los nacidos entre 1942 y 1995).

¿Será que este grupo de humanos tenemos el desafio de concebir el vínculo
(los intercambios de energía entre humanos, entre varones y mujeres, y con
el contexto planetario), en una nueva modalidad que habilite una
sensibilidad acuariana?

Nacemos en un tiempo y un espacio determinado que compartimos con muchos
otros individuos. Cada generación porta combinatorias específicas con su
correspondiente circulación de energías y posibles alquimias. Recorre los
temas que se van presentando, con mitos propios, deseos, anhelos y sobre
todo, formas diferentes de sentir el mundo. Teje en una dirección
específica.

Aun no sabemos dimensionar en que grado somos partícipes en nuestra vida
cotidiana de la generación a la que pertenecemos. Esta inscripción nos
genera una fuerte resistencia, en principio nos hace conscientes de la
finitud, y en esta dimensión, es también un límite al "yo". A su vez,
denominar "transpersonales" a ciertos planetas, la cual es una definición
centrada en lo personal, facilita olvidar la propia inscripción en los
procesos planetarios.

Ser individuos contextuados, entramados, es asumirnos como protagonistas de
un tiempo, en el devenir de la especie. Los planetas generacionales -como
prefiero llamarlos en tanto definen propositivamente su función colectiva-
dan cuenta de esta inscripción temporal.

La trama global y su articulación con el individuo

Concordante a esta concepción del individuo, en la génesis de la astrología
mundana, se utilizaba el análisis de la carta natal del rey, dando cuenta de
que el destino del rey era el del reino. Posteriormente, su correlación
natural ha sido analizar las cartas natales de las naciones, identificando
entonces sujetos colectivos.

Pero este análisis en el presente resulta insuficiente, ya que el proceso de
globalización desdibuja la organización político-administrat iva de la
nación como sujeto que de cuenta de las múltiples dimensiones de
manifestación de la energía.

El planeta se convierte en una red a través de la cual somos afectados por
todo lo que sucede en cualquier parte del mundo, (desde el SARS o el SIDA,
hasta las crisis financieras e internet) y en el que aquello que hacemos
también puede llegar a cualquier lugar del mundo.

Estas experiencias manifiestan una incidencia de inesperada potencia de la
era acuariana, que sacuden a la "conciencia canceriana" (nación, hermanos de
sangre, religión e historia compartida). Nuevamente estamos forzados a
rediseñar el vinculo con "otros" culturales que están mucho mas presentes en
nuestras vidas, ¿no es la ruptura de los modelos vinculares heredados la
primera fase?

La globalización nos pone hoy frente a la evidencia en una nueva dimensión
de aquello que la astrología porta como su saber originario: somos seres
vinculares. Y hoy, esta vincularidad, expandida al planeta entero nos
muestra que "nuestro" viaje vital y de conciencia es un aspecto de un viaje
"colectivo" de la conciencia de la humanidad.

La exploración de estos aspectos del viaje y destino de la conciencia
colectiva (y de las formas materiales que esa conciencia genera) nos impacta
al revelarnos aspectos profundos de nosotros mismos (pertenencias
inesperadas) . Al mismo tiempo que nos acercamos a la comprensión de la
experiencia colectiva de cada generación nos recentramos en el modo en que
cada uno atraviesa, desde su propia subjetividad, esta experiencia y este
desafío común.

Nuestra "arca de Noé" es el planeta entero. Ya nos resulta evidente que no
hay lugar "a salvo" dentro del planeta aislándonos de los demás. Esta
indagación sobre los modos en que diferentes generaciones llevaron adelante
diferentes aspectos de este viaje de la humanidad nos resulta
enriquecedora, no solo por la comprensión que nos da de los sucesos
compartidos (política, economía, cultura, arte, etc.) ni por lo que nos
enseña sobre nuestra propia subjetividad, sino por el modo en el que afecta
profundamente nuestra manera de percibirnos. No ya como "individuos" con un
"mundo interior" afectados por los "sucesos" del "mundo exterior" sino
comprendiéndonos profundamente como seres relacionales. Esta experiencia nos
sirve para revelarnos que no somos espectadores sino partícipes de este
viaje, y cuáles son los modos específicos en que lo somos.

Esto no solo nos convoca a repensar en -el ingreso a la era de acuario- como
se presentan hoy "la parte y el todo" sino a registrar el grado de
contradicción que implica pensarnos como individuos descontextuados. Es
necesario modificar la noción clásica de sujeto, en tanto corte dual entre
el uno y el todo, o la parte y el todo. Por este motivo hacer astrología
mundana es hoy un desafío muy importante.

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